El denunciar su postura sobre temas como el narcotráfico y la delincuencia vivida en su país, lleva a periodistas mexicanos a cavar su propia tumba, a ser torturados y silenciados para siempre. Una situación indignante puesto que como periodistas la única labor que realizamos es informar, y para lo cual se paga un precio muy alto, siendo el 2009 y el 2010 los años más crueles para los informantes mexicanos.
La tragedia más reciente de este silencio a los periodistas ocurrió con la mexicana Marcela Yarce, de la revista Contralínea y Rocío González, periodista independiente, quienes fueron asesinadas y arrojadas en un bosque al sureste de la capital mexicana.
Es increíble como debemos limitar nuestro deber de informar para no perder la vida. Y al limitar este deber, le estamos quitando el derecho a las personas a enterarse de lo que está ocurriendo en nuestros alrededores. Es decir les estamos vendando los ojos a la drogadicción y otros males de nuestra sociedad.
Estamos ante una situación bastante preocupante y ante la cual es necesario exigir una respuesta y una solución a este grave problema que se vive en México, siendo el principal país que acribilla a los comunicadores, pero también una situación que aunque en menor escala sucede en otras naciones inclusive Costa Rica, en donde cabe mencionar el asesinato de los periodistas Parmenio Medina e Ivannia Mora.